lunes, 20 de febrero de 2012

Mariano Massone en el Bong




Reseña publicada en la revista de poesía Plebella, año 2009.

Para acercarnos al Boingo-Bong, puesto que esta reseña sólo procura una aproximación, nos acercaremos por la tangente, por la hilacha del libro. Esta reseña sólo pide lo básico: una mirada ingenua de una obra cuasi-demencial para los ojos del reseñador.
Voy a empezar con una cita de Héctor Libertella: “Quienquiera que haya transcurrido una juventud en la facultad de filosofía y letras escuchará, todavía hoy, lo que decía la profesora de lingüística y filología (en un tiempo ambas cosas venían reunidas): ‘no olviden que todo personaje de la narrativa es sólo una formación discursiva; su alma se hizo de las estrategias y los trucos de otros. Su corazón es la palabra corazón, y también sus pulmones y premoniciones, su hígado y sus reminiscencias de lo que vendrá. ¡Cuidado! Sólo me corre un río frío de letras cuando digo un sudor me corría por la espalda.”
¿Cómo reponer al autor ante tanta literalidad? ¿Cómo leer en la letra lo que pasa entre el puño y la hoja?
Desde la mascarada infinita (naKh ab Ra, Ná Khar Ellif-ce, naKaZar, Elina Khar, denaKmar naKhabra) parte este escritor. ¿Qué experiencia tiene el que todo el tiempo renace como un fénix abrasador? Un filósofo danés escribía con máscaras sólo para inquietar los claustros hegelianos que intentaban explicar todo a partir de las palabras mágicas: tesis, antitesis, síntesis y mediación. ¿Acaso ante tanta mascarada no hay una experiencia única, totalmente renovadora, que ante la mirada de sólo las letras se pierde?
Abramos Boingo-Bong. El índice es el primer gran poema: poema futurista, ruidos guturales y números y (como palabra final) post. Un post escrito por Reynaldo Jiménez (postmoderno, postfacio, posteo).
Entonces, ¿cuál es la experiencia que acompaña esta obra, dónde está el autor? El desarme del lenguaje está planteado desde el índice: Boingo-Bong, Yab-yum, Hon-Gong.... Pero, ¿qué más hay para experienciar?
La experienciación podríamos entenderla como una alternativa a la experimentación. Frente al positivismo crítico de la experimentación, palabra que viene de experimento (o sea, una estructura determinada que sirve para verificar los hechos) se erige la posibilidad de la experienciación como momento abrasador donde lo único que importa es la expansión de determinadas fuerzas en un territorio indeterminado.
Un hiperimaginismo desborda hacia todos lados en este Boingo translibidinal: una mezcla de voces que van surfeando libidinalmente. Ellas construyen destruyendo una fiesta warholina, más bien un sketch de co-mediantes:

“indefine el cuadrilátero marino un warholino sketch de pósteres batidos
telésmatas bajo el wind fire celeste y las solanas fontanas de manación luciferista”

Existe una fisiología prendida que desarticula la fiesta del lenguaje y la vuelve muerte, miseria, pedazos de polvos (cogidas) esparcidos por el viento:

“preparar los venéreos labios de las empetaladas invasoras
pintarlos con humedecida tiza del Maestro Muerte”

Así la fiesta deviene plan siniestro, distorsión, ruido de wha wha, vociferación de Mars Volta: “en mi vida el oscuro me mantiene”.
¿Qué experiencia es este hiperimaginismo? ¿cómo realzar lo real frente a la evacuación maximalista de todo real? ¿Qué pasa cuando el trazo deviene materia literal sobre la hoja, cuando deviene un toy-writting tour?

“Avanzar por entre estas figuras cuya figuración ya no es metáfora:
por aquí el figurativo es el tiempo verbal
cuyo uso espira la orilla del infinitivama-mar

Las figuras no figuran nada: sólo es tiempo verbal, un infinito hacer lo que mantiene la escritura, un tiempo verbal que coopta a todas las palabras y las flexiona.
naKh ab Ra se divierte con esto y pareciese que en este gasto improductivo hay un mundo profundo, inalcanzable, el blanco de la hoja misma. Pero cada vez que queremos acceder salimos eyectados por la transfiguración, por una suerte de transferencia anti-mimética o de una mimesis hermética que solo puede procrear otro evento del lenguaje sobre otro.

“Modorra hora del siestero sol que la pelvis aspira
por el campitardío celestonar de la revelación junto al cardo
mientras nace otro evento-sol del grano de moneda o pasaje.”

El sol surge como fuerza sensual y amodorradora que  revienta el paisaje ¿representado?: el campo, el mar y la palabra misma que se cuela en ese otro evento solar para transfigurarse en asignificación de espacio y tiempo, donde el tiempo sólo se encuentra doblado sobre sí mismo.

“enría el sol los dijes el suco de la devanación
volumen-bion de nuestro asignificador al taco.”

El sentido se difuma, se vuelve enigma nunca descifrado, experiencia viciada que se desliza por nuestros ojos sin coagularse como significación.

Los que caminan sobre el humo es el nombre de quienes se deslizan por el sentido
seguidos por los ladridos de los perros de dónde”

Pareciese que los ladridos de perros aparecen como reminiscencias nunca acabadas, como voces que se expanden y se dilatan en la trasmigración de la escritura. La experienciación del libro de naKh ab Ra es experiencia misma: transfiguración traslúcida que sólo puede acabar con silencio, cuando el libro acaba:

“Qué será de los recostados sobre la tierra
Y de su membrana de silencio virando...”

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